Un planeta lleno de ostias, de David San Martín.
15x11 cms, 200 páginas, 7 € (envío incluido).
Edición limitada de 100 ejemplares.
Pedidos: reflectorlibros ( en ) gmail -punto- com
Para adquirir este libro en pdf adaptado a lector-e:
https://librosreflector.bandcamp.com/album/un-planeta-lleno-de-ostias
Sobre el libro:
Sobre el autor: David San Martín escribe, compone, diseña, maqueta, graba, edita y distribuye (con conciencia de hacerlo y de por qué hacerlo) artefactos culturales desde 1991, en solitario, en bandas, en editoriales, en colectivos, en sindicatos, en sellos de música.
No lo hace especialmente bien.
Es una de esas personas que sabe que no cotizará lo suficiente para cobrar una pensión porque bajo un sistema capitalista es imprescindible un ejército de reserva de parad@s.
Pedidos: reflectorlibros ( en ) gmail -punto- com
Para adquirir este libro en pdf adaptado a lector-e:
https://librosreflector.bandcamp.com/album/un-planeta-lleno-de-ostias
Sobre el libro:
Textos poéticos escritos entre 2016 y 2019 en el blog del autor (http://dsmpoesia.blogspot.com). Política de clase obrera, odio a la posmodernidad ciudadanista y la bohemia hípster, bicicletas, hardcore, el pueblo y el campo, nihilismo, crisis existenciales en un mundo que se desmorona, el cuerpo como vehículo, templo y recurso... Los pies en la tierra y el odio a flor de piel.
Las ventas (JA!) de este librito irán destinadas a imprimir nuevos títulos y a financiar cajas de resistencia sindical.
Las ventas (JA!) de este librito irán destinadas a imprimir nuevos títulos y a financiar cajas de resistencia sindical.
Sobre el autor: David San Martín escribe, compone, diseña, maqueta, graba, edita y distribuye (con conciencia de hacerlo y de por qué hacerlo) artefactos culturales desde 1991, en solitario, en bandas, en editoriales, en colectivos, en sindicatos, en sellos de música.
No lo hace especialmente bien.
Es una de esas personas que sabe que no cotizará lo suficiente para cobrar una pensión porque bajo un sistema capitalista es imprescindible un ejército de reserva de parad@s.
.....
Vivimos tiempos inmisericordes
donde las librerías cierran
para abrir casas de juego,
y las librerías que medran
le hacen el juego a quien desahucia casas;
tiempos de calles desnudas de gente
y plenas de miedo que crece,
una época donde se llenan las arcas
del oligarca que vacía a hostias los hogares
...
Soy jodidamente materialista.
Quiero una casa y que el suelo no me falle.
Un tejado por si el cielo.
Bocados ciertos en mi boca,
intentar que no rezumen sangre.
Adoro la materia, pues alberga
esta potencia de lo que somos
y sólo en la materia trascendemos,
de mano en mano, garganta a garganta.
Así que sí, espero mi justo salario,
no emocional sino fungible,
espero mi garantía de ser colectivo
y no saliva confusa en selva de codazos
(donde el futuro vacila inasible
sin tejidos palpables).
...
El mundo arde en los polígonos industriales
cuando el sol cae,
arde en sus gastadas naves de uralita
que resplandecen en la tarde,
arde en las miradas confusas de sus trabajadores
tras un ERE,
que se sienten inútiles como el árbol
que ni para verso sirve.
Crecimos creyendo en la autopista
como puerta a la libertad,
nuestra mirada binocular entre el punto a y el punto b,
mientras el mundo escapaba alrededor,
mientras nos faltaba la visión periférica del insecto.
donde las librerías cierran
para abrir casas de juego,
y las librerías que medran
le hacen el juego a quien desahucia casas;
tiempos de calles desnudas de gente
y plenas de miedo que crece,
una época donde se llenan las arcas
del oligarca que vacía a hostias los hogares
...
Soy jodidamente materialista.
Quiero una casa y que el suelo no me falle.
Un tejado por si el cielo.
Bocados ciertos en mi boca,
intentar que no rezumen sangre.
Adoro la materia, pues alberga
esta potencia de lo que somos
y sólo en la materia trascendemos,
de mano en mano, garganta a garganta.
Así que sí, espero mi justo salario,
no emocional sino fungible,
espero mi garantía de ser colectivo
y no saliva confusa en selva de codazos
(donde el futuro vacila inasible
sin tejidos palpables).
...
El mundo arde en los polígonos industriales
cuando el sol cae,
arde en sus gastadas naves de uralita
que resplandecen en la tarde,
arde en las miradas confusas de sus trabajadores
tras un ERE,
que se sienten inútiles como el árbol
que ni para verso sirve.
Crecimos creyendo en la autopista
como puerta a la libertad,
nuestra mirada binocular entre el punto a y el punto b,
mientras el mundo escapaba alrededor,
mientras nos faltaba la visión periférica del insecto.
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