15x11 cms, 76 páginas, 5,5 € (envío incluido).
Edición limitada de 200 ejemplares.
Pedidos: AGOTADO
Para adquirir este libro en pdf adaptado a lector-e:
https://librosreflector.bandcamp.com/album/entre-el-yugo-y-el-salitre
Esta edición es benéfica para la asociación por la memoria histórica "La Desbandá", a quien también podéis hacer pedidos: Pedidos: AGOTADO
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https://ladesbanda.es/
Y por supuesto, a la autora:
https://www.blogger.com/profile/11261250633625578942
Sobre el libro:
Los poemas que componen este libro fueron escribiéndose en la misma carretera donde los fascistas masacraron 82 años antes al pueblo que huía.
Cuentan el desgarro andaluz, intentan sumar su voz a otras voces, suman versos a otros versos que fueron escritos antes cuando el silencio era grave y todo estaba prohibido.
Son poemas, que no me pertenecen. Son de Málaga, de Salobreña, de Nerja, de El Ejido, de Almería... Son de todos esos lugares por donde nuestro pueblo caminó escapando de la muerte que los perseguía.
Cuentan el desgarro andaluz, intentan sumar su voz a otras voces, suman versos a otros versos que fueron escritos antes cuando el silencio era grave y todo estaba prohibido.
Son poemas, que no me pertenecen. Son de Málaga, de Salobreña, de Nerja, de El Ejido, de Almería... Son de todos esos lugares por donde nuestro pueblo caminó escapando de la muerte que los perseguía.
Sobre la autora:
Cuando me preguntan cómo llegué a la poesía mi respuesta es: rota y a los 28 años.
A esa edad se produjo un quiebre en mi vida, algo así como una tormenta interior que me sacudió dejándome en ruinas.
En aquel año o en los meses siguientes descubrí que el cordón umbilical que me unía a la vida era la palabra y a través de ella, atravesada por ella, encontré la poesía y me quedé a su lado.
Hora tras hora, semana tras semana, leía voraz y gratuitamente.
En aquellos dos años que me costó encontrar a Silvia entre los escombros, nació un poemario que titulé “Y que hablen en mis palabras todas ellas”.
Y con aquel poemario, sin madurar y sin publicar marché a México, al encuentro de mujeres poetas del País de las Nubes de Oaxaca. Nunca pensé que permitirían a una poeta como yo, (que recién empezaba), compartir con poetas del mundo versos tibios de una mujer de la que nada se sabía.
Sucedió que mis poemas llegaban a la gente, a los jóvenes en las universidades, a los empobrecidos en las plazas. Me sentí unida a todos los que en medio de aquel silencio reverencial se rompían al terminar.
Regresé a casa con el convencimiento de que ese era mi lugar en el mundo. Había nacido dos veces. El último parto de mí misma, sin lugar a dudas, era el de poeta.
Seguí escribiendo, día a día, arrancando horas del sueño y del cansancio, evadiéndome en los trabajos en los que mientras limpiaba casas o cuidaba enfermos o servía cervezas en los bares yo pensaba en los versos que escribiría o en los poetas que iba conociendo.
A los meses de aquel encuentro en Oaxaca, volví a México, esta vez a Ciudad Juárez. Después fui a Argentina, después a Cuba, países que abrazaban mi poesía, personas que se interesaban por mi escritura, por mis libros, por mi manera de interpretar el mundo o la realidad o la palabra.
No dejaba de escribir, había autoeditado un libro, había escrito otro de canciones de cuna, otro de elegías, gané un premio con otro poemario, publicaron otro a mi regreso de Palestina y autoedité “Los partos de la bestia”.
Cuando vuelvo atrás y recuerdo tantos ojos, tantos pueblos, entonces los silencios que me rodean, se vuelven necios.
Creo que debo continuar escribiendo, no sólo estos poemas que se caen de mis manos desde que vine de Andalucía, también otros, hasta el fin de mis días.
Como decía al principio llegué a la poesía tarde, sin andamiajes académicos. Le doy las gracias por acercarme a la muerte y a la risa y por permitirme saber que la ternura es posible.
Me regaló la voz y me puso a andar en este difícil camino de ser libre.
http://silviadelgadofuentes.blogspot.com.es
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MÁLAGA
A esa edad se produjo un quiebre en mi vida, algo así como una tormenta interior que me sacudió dejándome en ruinas.
En aquel año o en los meses siguientes descubrí que el cordón umbilical que me unía a la vida era la palabra y a través de ella, atravesada por ella, encontré la poesía y me quedé a su lado.
Hora tras hora, semana tras semana, leía voraz y gratuitamente.
En aquellos dos años que me costó encontrar a Silvia entre los escombros, nació un poemario que titulé “Y que hablen en mis palabras todas ellas”.
Y con aquel poemario, sin madurar y sin publicar marché a México, al encuentro de mujeres poetas del País de las Nubes de Oaxaca. Nunca pensé que permitirían a una poeta como yo, (que recién empezaba), compartir con poetas del mundo versos tibios de una mujer de la que nada se sabía.
Sucedió que mis poemas llegaban a la gente, a los jóvenes en las universidades, a los empobrecidos en las plazas. Me sentí unida a todos los que en medio de aquel silencio reverencial se rompían al terminar.
Regresé a casa con el convencimiento de que ese era mi lugar en el mundo. Había nacido dos veces. El último parto de mí misma, sin lugar a dudas, era el de poeta.
Seguí escribiendo, día a día, arrancando horas del sueño y del cansancio, evadiéndome en los trabajos en los que mientras limpiaba casas o cuidaba enfermos o servía cervezas en los bares yo pensaba en los versos que escribiría o en los poetas que iba conociendo.
A los meses de aquel encuentro en Oaxaca, volví a México, esta vez a Ciudad Juárez. Después fui a Argentina, después a Cuba, países que abrazaban mi poesía, personas que se interesaban por mi escritura, por mis libros, por mi manera de interpretar el mundo o la realidad o la palabra.
No dejaba de escribir, había autoeditado un libro, había escrito otro de canciones de cuna, otro de elegías, gané un premio con otro poemario, publicaron otro a mi regreso de Palestina y autoedité “Los partos de la bestia”.
Cuando vuelvo atrás y recuerdo tantos ojos, tantos pueblos, entonces los silencios que me rodean, se vuelven necios.
Creo que debo continuar escribiendo, no sólo estos poemas que se caen de mis manos desde que vine de Andalucía, también otros, hasta el fin de mis días.
Como decía al principio llegué a la poesía tarde, sin andamiajes académicos. Le doy las gracias por acercarme a la muerte y a la risa y por permitirme saber que la ternura es posible.
Me regaló la voz y me puso a andar en este difícil camino de ser libre.
http://silviadelgadofuentes.blogspot.com.es
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MÁLAGA
Como lluvia que no cesa fueron llegando
hasta inundar parques, plazas, catedrales.
Fueron llegando gota a gota,
de otros pueblos, de otros campos, de otras ciudades.
Lastimados por el hambre,
castigados por la violencia de la que es capaz el ser humano,
sentenciados a otra vida entre el exilio y los harapos.
Fueron llegando a otro cielo raso de cordura,
a otras bestias apuntando a los cráneos de quienes,
desarmados, vivir sólo querían.
Fueron llegando como una lenta profecía del éxodo de después,
de los crímenes de después,
del llanto inacabable que después sucedería.
Fueron tantos que improvisaron su cobijo
bajo las estrellas humeantes de enero
en aquel invierno azotado por los fascistas.
Fueron tantos que apenas comían,
que apenas dormían porque las tripas eran insomnes,
porque los niños tiritaban febriles y azules
porque también había quien moría callando su agonía.
Fueron tantas orfandades errantes por las calles,
andrajosos, demacrados,
con la mirada fantasmal de quien ha conocido la barbarie
que si no los recordamos seremos cautivos de un pasado
que nos escupe y amenaza.
Porque no tuvieron descanso ni en el fondo de su abismo,
con su sobrecogedora indigencia,
con el mismo pecho atribulado
se vieron obligados a huir de nuevo.
Otra vez huyendo deprisa,
otra vez con la tumba a hombros,
otra vez los mismos cabrones detrás de sus pasos
tirando a matar a las presas más fáciles.
Gracias por tu sinceridad y tu manera de contar. Has ganado una lectora para el mundo. Espero encontrarnos algún día por esas plazas, por esos caminos de Memoria, de Justicia y Verdad. Salud. y toda la suerte del mundo. 😈🤭💓
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